martes, 16 de agosto de 2011

LA ANCIANA QUE NO SABÍA SONREIR.



Esta pequeña historia que hoy os voy a relatar, es una buena terapia para regalar.
Hoy os quiero demostrar, la importancia que tiene una sonrisa y como puede aliviar a los corazones tristes y faltos de felicidad.

Ocurrió, en fechas muy difíciles de olvidar.
En el corazón sentía el desconsuelo, para ella, no parecía navidad.
En la calle se escuchaba mucho revuelo, todos parecían felices y llenos de vitalidad, mientras, la anciana tejía y tejía mil puntos sin finalidad.

Pero dentro de aquella casa... ¡Que sola estaba la anciana! cuanta tristeza y soledad, atrapaban las paredes y a la anciana, con su edad!
Los suspiros era la música que reinaba en su triste lar.
Echaba de menos las carreras, las risas ya no se escuchaba bajo su techo, cánticos de alegría ni nada que festejar, ni aquellos villancicos que antaño animaran su acogedor hogar.

¡Que triste estaba la anciana, que tristeza y soledad, atrapaban las paredes y a la anciana con su edad! Mientras tejía y tejía mil puntos sin finalidad.

De pronto llamaron a la puerta ¡Que extraño! ¿Quien osará…?
Dejo de tejer un instante y sus pasos dirigió hacia la puerta con mucha serenidad. Miró a través de la mirilla, pero a nadie pude ojear…

¿Quien llamaba atreviéndose a quebrar su soledad?
Abrió la anciana la puerta, asombrada se quedó. Una carita sonriente de pronto la saludó, tocando la pandereta y llenita de ilusión.

-¿Quien eres pequeña niña? -¿Porque rompes mi intimidad?

-Soy la alegría y vengo a darte felicidad 

-¿Felicidad? ¿que es eso?...Que ya no se donde está

La pequeña puso la mano en su pecho y con astucia contestó:

-La conservas aquí adentro, guardada en tu corazón.
Olvídate de la tristeza y deja que brote el amor con una pizca de alegría y un poquito de ilusión. Intenta que de tu triste rostro, una pequeña sonrisa, salga por casualidad, ella junto a la mía, hará brotar alegría y sin que te des ni cuenta, llegará la navidad.

Al escuchar estas palabras la anciana reflexionó, intentó abandonar la tristeza y junto a la pequeña niña una sonrisa sacó. Se reclinó con entusiasmo y en la frente la besó. 

La madre de la chiquilla no tardó mucho en llegar, venía a pasar con la anciana, una feliz navidad.

-¡Es mi hija de mi alma!-Gritó emocionada la anciana, al verla a su puerta llegar.

Por fin una sonrisa en su rostro dibujó, desterró la tristeza
y juntas vivieron una feliz navidad.


Margary Gamboa.

Sonríe aunque sea una sonrisa triste, porque mas triste que una sonrisa triste es la tristeza de no saber sonreír.

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