domingo, 4 de noviembre de 2012

A LA HORA DE LAS HADAS



Fue, a la hora de las hadas, las que agitan con sus alas, en la noche misteriosa, las oscuras horas sin luz. En un lugar tenebroso, donde brincan disfrazados vampiros, momias y espectros pegajosos, en un desfile sin fin.

También habían brujas malvadas, esas indecentes verrugosas que asustan con sus feas caras y hacen vudú. Se mezclan disimuladas entre personas con disfraz, cometiendo actos  del mal y en vez de volar con alas, utilizan escobas de bambú. 

Salio Casilda con su hermano, lo llevaba de la mano, disfrazo de esqueleto, con huesos brillantes como la luz, que causaban mucho respeto. Ella era más presumida y vestía de hada madrina, con un vestido de rosado tul.

De pronto, una bruja maliciosa con risa poco común y con figura escabrosa que daba un miedo atroz, dio un giro inesperado, sin saber como y por qué, con un golpe muy certero... «ZAS» Arrancó cruelmente el brazo de Josue. El pobre niño gritaba y lloraba angustiosamente. La sangre corría a raudales por su disfraz y con su otra mano, se aferró al traje rosado de Casilda y el vaporoso velo, se quebró al trasluz. 

Fue, una de las hadas, la más pequeña de todas, la que halló sumido a Josué en un llanto aterrador. Cogió el brazo del niño, con mimo, abracadabra, mucho cariño y lo colocó en su lugar. 

Le pregunto a la niña, pero ella no supo contestar. Interrogó a las arpías, esas con rostro de mujer y cuerpo de ave rapiña y no dio con la que fue.  Pero cuando llegó a la bruja malandrina, que estaba apartada riéndose a carcajadas en una de las esquina, con mirada ensangrentada y risotadas asesinas, le preguntó si ella fue.

 –NO- Gritó la muy embustera.

 Pero el hada virtuosa era bastante astuta y entonces…Descubrió el pastel.

Cogió a la bruja asquerosa, en un renuncio falaz y tirando del disfraz vio que no se despegaba, que era bruja de verdad. 
Tiró de su escoba, con una fuerza mordaz, aleteo sus alitas y salpicándola de estrellitas, la envió de un empellón, al mas oscuro rincón que te puedas imaginar, donde cumplen castigos las brujas malas, esas con verrugas peludas, nariz muy afiladas y uñas de caracol.

Fue allí, en un lugar tenebroso, a la hora de las hadas, las que agitan con sus alas en la noche misteriosas, las oscuras horas sin luz, donde brincan disfrazados, vampiros, momias y espectros pegajosos en un desfile sin fin.

Autora Margary Gamboa.




1 comentario:

  1. Aiiiiihhh q no me esperaba toda esa sangre jijiji Pobre niño :) un cuento para no dormir, chachi :)

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