Está nervioso Vicente, la noche llegó temprana y
la papilla sobre la mesa, está reposando templada.
El niño observa paciente, la noche en su
ventana y de repente advierte, a la luna descarada.
Empecinado, el chiquillo balbucea, señalando al
ventanal, con un lápiz en la mano.
Vicente cierra la boca y protestando chilla, el
pequeño incomprendido
no quiere tomar su papilla.
La madre, insiste con la cuchara y le hace el
avioncito, el niño sella la boca, chapurrea y toda la cucharada en la
cara le espurrea.
– ¡Que le ocurrirá a este niño que no consigo
entenderlo!
Y la sufrida mamá observa como
Vicente desliza, el lápiz por su cabello.
El niño insiste enojado, señala a la
cristalera y la papilla inunda su babero de franela.
Nadie le sabe entender, nadie comprende su deseo
y él solo quiere dibujarle, a la luna, un sombrero.
Margary Gamboa.
Te felicito Margary, lo mismo le das al cuento que a la poesía, y en ambos géneros demuestras elegancia, claridad y buen hacer.
ResponderEliminarYo no podría ser tan versátil, la concisión del verso no se hizo para mí.
Un saludo.
Tyrma
JA! DIVINO, QUE MÁGICA QUE ERES!!! SIIIIIIIIIIII
ResponderEliminarMe gusta como escribes
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